La entrada de hoy no es de algo tan
exótico como otros días, aunque es mucho menos conocido y usado que
la coliflor o el brécol, el romanescu también se encuentra en
mercados y supermercados, aunque sea a temporadas. Pero quería
hablar de ello, porque no conocía su existencia hasta hace poco y es
una verdura que me ha dejado fascinado.
La verdura en sí es como una coliflor,
pero algo más tierna, huele menos mal al cocer y el sabor es algo
menos intenso. Se puede preparar de cualquieras de las formas en que
hacemos la coliflor o el brécol. En las fotos del plato ya hecho que
he puesto está cocida y servida con bechamel.
Su origen es italiano, aunque ya se ha
extendido ampliamente por el mundo. Pero la mayor gracia de esta
verdura es su aspecto. Tiene picos en forma de espiral y cada pico
tiene más picos pequeños y cada pico pequeño tiene más picos
enanos... El aspecto es precioso, pero es que además es seguramente
el único ejemplo de geometría fractal en la naturaleza visible de
forma sencilla y evidente, no hay que mirar un copo de nieve al
microscopio ni nada así, solo mirar esta verdura en el mercado. Es
decir que si viéramos una imagen ampliada de una de las
protuberancias del romanescu tiene el mismo aspecto que la verdura
completa. No solo eso, sino que la forma en espiral en que se forma
el patrón hace que siga una sucesión de Fibonacci, seguramente la
sucesión más conocida y con propiedades más importante. Si cogemos
una protuberancia, podemos comprobar que tiene una mini-protuberancia
en el pico, 2 en el siguiente nivel, después 3, 5, 8, 13... la serie
completa.